P
O
E
S
Í
A
Soñar y vivir contigo
Soñar y vivir contigo,
es un soñar tan bendito
que se quedaría, marchito,
cuando el sueño no consigo.
Y si al soñar yo contigo,
soñara un sueño dichoso
yo me sentiría, celoso,
si no soñaras conmigo.
Contigo soñando sigo,
con un sueño tan sincero
que al soñar, un poco muero,
si no soñaras conmigo.
Contigo soñando sigo,
porque mi amor es tan fiero,
que al quererte, sólo quiero,
soñar y vivir contigo.
Para Carmen
Reina de paz altiva,
luz, de luz infinita,
virtud mansa y bonita
que a mi mente cautiva,
del Creador gracia viva,
con ojos soñadores;
tú eres, Carmen divina,
de este verso heroína
y flor entre las flores.
Para la Cofradía de la Virgen de los Dolores
(Torres)
Virgen mía Dolorosa,
hoy yo vengo a verte,
para darte una rosa
y en mi vida ponerte.
La más hermosa rosa
que en el mundo había,
la rosa más preciosa
que mi jardín tenía.
Virgen de mi consuelo
y luz de mi destino,
tú eres llama en el cielo
y el fin de mi camino.
Para la Cofradía de la Virgen de la Cabeza
(Torres 2007)
MADRE DE INMENSO AMOR CRECIENTE;
EN TI SE ENCUENTRA TODA LA GRACIA,
DE ESTA TIERRA PASTORA CLEMENTE,
Y DE TORRES REINA QUE NOS SACIA.
POR LOS MONTES ANDO POR TANTO,
Y CON EL CANTO QUE LLEVO DENTRO,
MEZCLA DE ESPERANZA Y LLANTO,
CUANDO MIRO Y NO TE ENCUENTRO.
SOY EL MIRAR QUE NO TE HALLA,
ANSIA DE UNA LUZ EN EL INFINITO,
QUE CUANDO TE ENCUENTRA CALLA,
Y CUANDO YO TE PIERDO GRITO.
VIRGEN DE LA CABEZA Y MADRE SANTA,
DEVOCION QUE ME ENSEÑO MI PADRE,
QUE CUANDO ME CAIGO DICES: ¡LEVANTA!
Y CUANDO LEVANTO TE DIGO: ¡SI MADRE!
AURORA MORENA Y SERRANA,
GALANA CHIQUITA Y BONITA,
BENDITA LUZ QUE EL CIELO EMANA,
MANA GOZO Y PAZ INFINITA.
ERES TÚ DE TORRES CONSUELO,
ANHELO DE UN AMOR PROFUNDO,
FECUNDA VALEDORA DEL CIELO,
DESVELO QUE CAUTIVA AL MUNDO.
LUCERO DE ESPLENDOR SAGRADO,
CERCADO DE AFAN VENERABLE,
AMABLE AMOR AVENTURADO,
DICTADO DE UNA FE INMUTABLE.
NOS DISTES LA LUNA DEL CIELO.
TRAGISTES EL AMOR INFINITO.
SOLO EN TI HALLO CONSUELO
CUANDO YO...----LO NECESITO.
Se me escapa el alma
Cada minuto que paso
sin ti, se me escapa el alma;
pierdo el sosiego y la calma
desde el alba hasta el ocaso.
Y cuando la noche empieza
porque el sol ya se ha escondido,
no puedo quedar dormido
recordando tu belleza.
Mi sangre, desenfrenada,
por mis venas va corriendo
con un latido tremendo
sintiendo su llamarada.
Así, las horas amargas
transcurriendo van, pesadas,
implacables, bien marcadas,
muy lentas, y muy largas.
Dura se me hace tu ausencia
y pensando frunzo el ceño;
mil veces despierto, sueño
con tu adorada presencia.
Se que el tiempo jamás cesa,
que con él todo se alcanza,
y conservo la esperanza
de volver a ti, ¡tristeza!
Entre tanto, ten presente
cuánto aquí te digo; piensa
que mi amargura es inmensa
y por ti vivo impaciente.
Porque, cada minuto que paso
sin ti, se me escapa el alma,
y estoy perdiendo la calma
desde el alba hasta el ocaso
A la memoria de un hombre bueno, mi abuelo Paco.
Sesenta y cuatro años después.
Torres ya no canta sino que pena,
gentes recelosas en las esquinas,
hombres colgados de recia cadena,
sombras difuntas sin luces divinas.
Calles oscuras revueltas de traición,
abren paso al piquete pretoriano,
voces femeninas ruegan compasión,
compasión que niega el cruel miliciano.
Brillan templados cuchillos de acero,
siembran granos de muerte por instinto,
noche triste, precursora, sin fuero,
sombras que llevan camino distinto.
Fulgor negro de muerte anda deprisa,
monos azules con rayos de asalto,
albor que tiembla sin soplo de brisa,
cargados de ira sus puños en alto.
En una zanja por él abierta,
de rodillas suplica al cielo
sin esperanza.
Con pálida cara descubierta,
asesinado fue sobre el suelo
por tu venganza.
A ti me dirijo miliciano,
voraz robador de vida ajena;
tú fuiste como lobo tirano
sentenciándole a severa pena.
Miserable y desleal alimaña
de alma criminal y traicionera,
que siempre talaste nuestra España,
cuál traidora horda fascinera.
Con sus navajas curvadas llamaban,
festejando las sombras de la guerra,
¡que crueles y pravos cantos cantaban!
le dieron vil muerte sobre la tierra.
Inmensos luceros mandan señales,
la luna con su mano lo levanta,
llevándole sobre cielos triunfales,
Torres ya no pena sino que canta.
Si morir en Torres es hermosura
Si morir en Torres es hermosura,
imaginar procura, que es vivir;
que viviendo con módica mesura,
de anciano verás la vida seguir.
Si estando lejos de su hogar amado,
tienes a tu pobre viejo que llora;
¿porqué de tu corazón queda olvidado,
en tu apenada jaula dictadora?
Verse libre cual ruiseñor perdido
que entre madroños, laureles y helecho,
medra siempre para trenzar su nido,
¡nadie le quite tan justo derecho!
Y si entre ricas rejas lo has tenido,
¡déjalo suelto que vuelva a su techo!
que en Torres descanse, si lo ha querido,
para él es lo mejor, según sospecho.
A los barças boleros
Nos deseasteis de todo corazón
a todos los blancos madridistas,
que viésemos sólo al Barça campeón
y gozar las buenas fiestas previstas.
Los madridistas así proclamamos
por ser nobles, leales y caballeros:
felices fiestas también os deseamos
a todos, todos, los barças boleros.
Aunque sepan los culés de fortuna
que esto decimos de una forma breve;
muchas os ganasteis vosotros: una
y pocas nosotros ganamos: nueve.
Contar nunca os aflija ni conmueva;
jamás os salga ningún colorete:
en liga veintiocho el Madrid ya lleva,
vosotros... dieciséis o diecisiete.
Como su buen juego nos encantó
y los madridistas somos corteses,
jamás en Europa el Barça ganó;
los que ganaron fueron holandeses.
Soneto épico a Torres
Siempre sobre Torres su mente puesta,
Teniendo perdida toda esperanza,
Daba favores, gracias y alabanza...
La desgraciada sultana depuesta.
¿Tu brava jarca no estuvo dispuesta,
Con sus alhamares a dar su vida,
Y defendernos de la acometida...
De esos infieles cristianos de gesta?
Calló quien sola camina con calma,
Por haber perdido rico zafiro...
Su vida, se enflaquece y se desalma.
Con tierra en labrado cesto de palma,
Dio la abatida sultana un suspiro...
Quedando en congoja, su afligida alma.
Serventesios a Nicolasillo
Nicolasillo destaca
Haciendo como su perro,
que nunca dureza achaca...
a lo que lleva cencerro.
Aun si la pata es de fierros
hácesele gran disloque,
come cada día más puerros...
que frutos da el alcornoque.
Si damos púdico enfoque,
graja, grajo, hurraca y ajo
sal y tomillo es el toque
que gusta a Illo y su carajo.
Al pobre rico
Si la caridad os falta
cuando el vil dinero sobre,
vuestra virtud no resalta.
¡Os pueden ya decir pobre!
Redondillas
Nunca des réplica atroz
Cual hace el rucio a la potra,
Ni le respondas con otra
Si un necio te da una coz.
Siempre lo que más importa
Es lo que al bien se dedica,
Mas, no es quien mejor predica
Aquél que mejor se porta.
Docta es una solución
De pícaro humor hispano,
Sonreír y tender la mano
Y evitar la discusión.
Canta, Jornalero canta.
(Para los Hermanos del Señor)
Canta, jornalero canta,
que no se apague tu grito
y se oiga en el infinito
la queja de tu garganta.
Por tu fervor más profundo,
canta al Cristo, jornalero,
su perdón tendrás entero
por los pecados del mundo.
Tu gemir nunca sea duelo,
reza, jornalero, reza,
que a quien ora con pureza
Cristo le dará consuelo.
Que tu rogar sea sincero,
y no quede en el intento.
¿no ves a Cristo contento
por tu rezar verdadero?
Levanta siempre, levanta,
vaya tu voz con el viento
y mientras te quede aliento,
canta, jornalero, canta.
A LA GUARDIA CIVIL
El precio de la civilización, como el de la libertad,
es la eterna vigilancia.
Esa es la misión y la tarea de la Guardia Civil
desde su fundación por el duque de Ahumada.
Cargar con el peligro,
es el precio que pagan los hombres y mujeres por el honor,
y el honor es el eje vital de la Guardia Civil,
cuyos soldados,
derraman su sangre por todos nosotros
en la lucha contraterrorista y la sangre,
es el único don que no resulta engañoso.
Por eso,
mientras tengamos memoria,
los españoles de buena voluntad,
estaremos siempre en deuda
con los hombres y mujeres del
“Honroso y benemérito cuerpo de la
Guardia Civil”
Para nuestros “Guerreras Verdes”,
a los que en Torres no llamamos números,
si no Beneméritos Guardias Civiles, que
con su loable y heroico servicio
nos honran con su presencia.
“Sobre los fragosos campos de España,
entre cielo hostil y viento que aterra...
bizarra Guardia Civil en campaña,
con capas verdes, amparan la sierra.
Color sable de angustia anda deprisa,
chapela vil con un fusil de asalto...
rencor movido sin viento ni brisa,
henchidos de ira, sus puños en alto.
Guardias Civiles tricornios de brillo,
guerreras verdes que lealtad bebieron...
siempre ofrecieron su pecho sencillo,
decid a España, que nunca os vencieron.
Dándole muerte cruel por traicionera,
boinas grandes le matan con patraña...
su sangre es semilla de primavera,
yo quiero semilla, por ser de España.
Lúcida estrella le dicta señales,
la Virgen del Pilar ya lo levanta...
lo duerme sobre mantos celestiales,
prendiéndole laureada sacrosanta.
Oración
Que es honra tan heroica hazaña,
para el que muere con honor.
Acógelo con piedad Señor,
que dio su vida por España.
¡Viva la Guardia Civil!
¡Viva España!
Para mi niña María, la más bonita del mundo, que
con sus mofletillos de melocotón,
parece un sol.
De lejos vino la luna
y en Granada quedó prendida,
por una niña dormida,
más bonita que ninguna.
Ella la quiso besar
y tornar al infinito,
pero al ver brillo bonito,
en Granada se vino a quedar.
La niña ¡Qué tiene padre!
¡Qué tiene en su carita!
Los ojos de su madre
y una cara bonita.
¡Ay mi blancor de azucena!
¡Ay mi corazón chiquito!
De mamá todo bendito.
¡Ay mi linda niña buena!
Si ella demanda amar.
Yo así la más linda flor
que junto al trigal había
y preguntó con amor
qué es lo que con ella haría.
Díxele: Non curedes ya, bonita
que acontece qrand porfía,
ha de asirte una cieguita
por ver si te conocía.
Contestome: Aquí plantome la aurora
para llevarme a María
y aquesa magna señora,
pena grave llevaría.
Repliquele: Desazón non has de dar
a tan alta señoría,
que ella nos demanda amar
al prójimo en demasía.
Respondiome: Si ella demanda amar,
gran disfrute yo tendría
en tierna mano acabar
de aquesa cieguita mía.
Décima a Torres
Entre dos montes se encierra
y bajo un cielo infinito,
queda mi Torres bonito
en la falda de una sierra.
Con sus olivos y tierra,
descansa en lecho de amor,
perfume y aromas de flor,
y encinas de plata vieja,
¡Como tú no vi pareja
en mi Jaén encantador!
Torreñas
Hijo, allá en lo hondo,
bajo el bello manto de azul severo.
¿Ves Torres al fondo?
Ese es hijo, mi querer verdadero.
Lo ves valconado...
con su encrestado castillo altanero,
de cumbres rodeado
y de viejos olivos prisionero?
Hijo, ese es mi Torres;
y si al tiempo, fuera de él yo muero,
su tierra recorres
y le dices por mí, que yo lo quiero.
Poema a Torres
Por un costado del ladero,
sopla el viento sobre Torres.
¡Allá niña chica, allá!
¿Oyes el viento altanero?
Silva que te silva,
desde Ponce a los Gamellones.
De allí a las Charquillas ,
y de allá al Cañuelo.
Pasando por Hontillas,
Santo Indio y los Charcones.
¡Que bonito es Torres!
¿Lo ves blanco?
¡Como una nube!
¿No ves que flota?
¡Que sube, que sube!
Niña chica, escucha,
¿ves aquel reflejo?
¡Lo manda un lucero!
¿ves aquella sombra?
¡Es toda de romero!
Torres mío, Torres.
Eres lo más bonito
del mundo estero.
Oración
Santo Cristo de la Columna,
de Torres Patrón sagrado;
quédate siempre a mi lado,
Tú eres la Luz que alumbra
Yo siempre quise verte
y me olvidé de hacerlo;
eso sin yo quererlo,
¡Que hago para quererte!
Por creer en ti, vivo,
que brillas cual lucero;
por ser de ti cautivo,
¡Si te olvidara muero!
¡Porqué a mis ojos miras
con infinita piedad!
¡Porqué tu amor me tiras
con primorosa bondad!
Ampara con tu sombra
a este pobre pecador;
ya que te ama y te nombra,
¡Dadme cobijo Señor!
Con la humildad del mortal
tu dulce nombre imploro;
de Torres es manantial,
¡Tú eres mi gran tesoro!
Cristo de luz crecida
que el camino señalas;
quita de mí esta herida,
¡Dame la paz que exhalas!
Me llamas a tu manto
y yo voy con esmero;
con alta voz te canto,
¡Santo Cristo, te quiero!
Oración a los caídos del
Ejército Español.
Lo demandó el honor y obedecieron,
lo requirió el deber y lo acataron;
con su sangre la empresa rubricaron,
con su esfuerzo la Patria engrandecieron.
Fueron grandes y fuertes, porque fueron
fieles al juramento que empeñaron.
por eso como valientes lucharon
y por sus actos heroicos murieron.
Por la Patria morir fue su destino,
querer a España su pasión eterna,
servir en los ejércitos su vocación y sino.
No quisieron servir a otra bandera,
no quisieron andar otro camino,
no supieron morir de otra manera.
La muerte no es el final.
Oración del Ejército Español en memoria de
los caídos que dieron su vida por la Patria.
Nos dijiste que la muerte
no es el final del camino,
que aunque morimos no somos
carne de un ciego destino.
Tú nos hiciste, tuyos somos,
nuestro destino es vivir
siendo felices contigo,
sin padecer ni morir.
Cuando la pena nos alcanza,
de un compañero perdido,
cuando el adiós dolorido,
busca en la fe su esperanza.
En tu palabra confiamos,
con la certeza que Tu,
ya lo has devuelto a la vida,
ya la has llevado a la luz.
Cuando Señor resucitaste,
todos vencimos contigo,
nos regalaste la vida,
como en Betania al amigo.
Si caminamos a tu lado,
no va a faltarnos tu amor,
porque muriendo vivimos,
vida mas clara y mejor.
Autor: Cesário Gabaraín
Romance en serventesios a la conquista de Torres.
(Fernando III “El Santo”
en algún lugar entre Baeza y Úbeda)
Aquella sierra altanera,
presto se ha de conquistar;
llevad allá la frontera
y de esta tierra alejar.
Sea Calatrava valiente,
la que tenga tal honor;
y liberte a aquella gente
del moro fustigador.
Tomad la tenaz Recena,
y tierras del rededor;
el poblado de Ximena
y su fuerte protector.
Vaya a Torres mi hueste,
y sujete tal belleza;
domine su tierra agreste
y el castillo fortaleza.
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Avisos fueron llevados,
a los moros altaneros;
presto fueron levantados
sus alhamares honderos.
Cuando tocaron a rebato,
por bando del mensajero;
salen todos al conato
a la voz del pregonero.
El rey Fernando llegaba,
con sus huestes de Castilla;
y en sus banderas llevaba
a la Virgen Serranilla.
Mandose para adelante,
a Pero Ruiz de Baeza;
¡Hombre bueno, buen infante!
¡Por Santiago! ¡Que grandeza!
Banu Farax se llamaba,
el caíd de Torres señor;
que a la puerta esperaba
al calatravo conquistador.
Mi rey Fernando pide,
de vuestra parte rendición;
y si tu harca no lo impide
esa será tu perdición.
Conquistada fue Recena,
y la villa de Bedmar;
y esta belleza de arena
la tenemos que ganar.
El rey Fernando estaba,
en la era junto al cronista;
y a sus lanzas apostaba
para iniciar la conquista.
Ya brillan los sables,
las lanzas y los arqueros;
en pie los condestables
y todos los guerreros.
Tropas moras vienen ¡pardiez!
de Cambil y de Alhabar;
y en el puerto de Albanchez
se disponen a acampar.
Padre, Alá ha querido,
que volvamos a Granada;
esta villa has perdido
y para Castilla ganada.
Con sus vidas han de ganar,
los de Cristo esta belleza;
y a mis gentes dominar
y combatir con destreza.
Allende en Cuesta la Viña,
una bombarda foguea;
donde el hondero se apiña
y más defensa plantea.
Al iniciar la batalla,
precaviendo la derrota;
Banu Farax avasalla
viendo su fuerza rota.
Al frente de su bandera,
don Pero Ruiz con fiereza;
el que primero fuera
en pisar la fortaleza.
En la primera embestida,
los honderos impotentes;
vieron su defensa caída
y la desazón de sus gentes.
Al terminar la jornada,
se rindió toda la villa;
Torres quedó incorporada
a la gloria de Castilla.
Romance de las tres cautivas.
Romance de las tres cautivas.
(Anónimo)
A la verde, verde,
a la verde oliva.
donde cautivaron
a las tres cautivas.
El pícaro moro
que las cautivó
a la reina mora
se las entregó.
- ¿Cómo se llamaban
a la verde oliva.
donde cautivaron
a las tres cautivas.
El pícaro moro
que las cautivó
a la reina mora
se las entregó.
- ¿Cómo se llamaban
Las tres cautivas?
- La mayor Constanza,
la menor Lucía,
y la más pequeña,
se llamaba Rosalía.
Constanza amasaba,
Lucía cernía,
y la más pequeña
agua les traía.
Un día en la fuente,
en la fuente fría,
con un pobre viejo,
se halló la más niña.
- ¿Dónde vas, buen viejo?
¡camina, camina!
- Así voy buscando
a mis tres hijitas.
- ¿Cómo se llamaban?
¿Cómo les decían?
- La mayor Constanza,
la menor Lucía,
y la más pequeña,
se llamaba Rosalía.
- Usted es mi padre.
- ¡Tú eres mi hija!
- Yo voy a contarlo
a mis hermanitas.
- ¿No sabes, Constanza,
no sabes, Lucía,
que he encontrado a padre
en la Fuente Fría?
Constanza lloraba,
Lucía gemía
y la más pequeña
así les decía:
- No llores Constanza,
no llores Lucía
que viniendo el moro
nos libertaría.
La pícara mora,
que las escuchó,
abrió una mazmorra
y allí las metió.
Cuando vino el moro
de allí las sacó
y a su pobre padre
se las entregó.
- La mayor Constanza,
la menor Lucía,
y la más pequeña,
se llamaba Rosalía.
Constanza amasaba,
Lucía cernía,
y la más pequeña
agua les traía.
Un día en la fuente,
en la fuente fría,
con un pobre viejo,
se halló la más niña.
- ¿Dónde vas, buen viejo?
¡camina, camina!
- Así voy buscando
a mis tres hijitas.
- ¿Cómo se llamaban?
¿Cómo les decían?
- La mayor Constanza,
la menor Lucía,
y la más pequeña,
se llamaba Rosalía.
- Usted es mi padre.
- ¡Tú eres mi hija!
- Yo voy a contarlo
a mis hermanitas.
- ¿No sabes, Constanza,
no sabes, Lucía,
que he encontrado a padre
en la Fuente Fría?
Constanza lloraba,
Lucía gemía
y la más pequeña
así les decía:
- No llores Constanza,
no llores Lucía
que viniendo el moro
nos libertaría.
La pícara mora,
que las escuchó,
abrió una mazmorra
y allí las metió.
Cuando vino el moro
de allí las sacó
y a su pobre padre
se las entregó.
Romance anónimo muy popular en Torres.
Cuartetos para entenderlos;
y si no se entendiesen,
seguro que hay complicaciones.
Si no queréis concebir,
guardad el “barbas” primero;
así podréis conseguir...
precintar el semillero.
Una redondilla, un pareado y un serventesio para no decir nada.
REQUIEBROS
Si la mente varía
Es mi nacer mi morir,
Que anhelo con empeño,
La vida sin un sueño,
Y soñar para vivir;
Que vivir para soñar,
No nos debe acaparar,
Lo que soñado se había,
Llevándonos a porfía,
Y la mente desvariar;
Que si la mente varía,
nunca podremos soñar,
lo que soñar se debía.
Estando en el puerto un día.
Estando en el puerto un día,
pastoreando mi ganado,
de Albanchez, moza de cuantía,
caminando vi por el prado.
Díxele, –por ver que haría–,
hablándole con agrado,
¡bella! Contigo casaría
y daríame por atado.
Respondiome con cortesía
y con tono muy osado,
gracias y mercedes a porfía,
pero vos sois casado.
Respondile con gallardía,
no estar yo vedado,
que era mi hermano de cría,
el que estaba desposado.
Ante dios prometería,
ser vuestro marido y criado,
y admitir con bizarría,
lo que sea de vos deseado.
Id al de Paula con alegría,
a prometer lo acordado,
yo con vos me casaría,
si ante él lo hubieseis jurado.
Al cerezo
Sutil belleza percibo,
árbol de ganancia pura,
cuando miro la hermosura
y tu perfume recibo.
Tu eres, cerezo sensible
en Torres árbol sagrado;
con un blanco inmaculado
y mandil rosa apacible.
No se lo que siento
Mirando tus ojos bellos,
Siento, no se lo que siento;
Que al recibir sus destellos
Sólo me das sufrimiento.
Tu mirada compasiva,
La tomo con alborozo;
Y aunque tormento reciba
Si tú me miras, yo gozo.
¡Qué luz, que delicadeza¡
¡Que azul, que sol, que belleza!
¡Ay, que mirar infinito!
Amor, todo en ti es bonito.
Delirios, pasiones y celos
La luna levanta su velo
Y deja paso a la alborada;
Sólo tú me das desconsuelo
Cuando llega la madrugada.
Pensamientos dudosos que traéis
Sueños y visiones forjados;
Volad, y en el infinito caéis
Y quedad allí encadenados.
Delirios, pasiones y celos
Que me afligen y desconciertan;
No me otorguéis esos desvelos
Y dadme amores que libertan.
La luna levanta su velo
Y deja paso a la alborada;
Atrás queda mi desconsuelo
Cuando llega la madrugada.
La fe
Por ver tus ojos quedo salvado,
Cristo Yaciente.
Y de mirarte quedo admirado;
¡Ya soy creyente!
Dedicatoria a Blas Ortega,
escribano de mi libro “ El hidalgo de bragueta”
Mi diestra desenfadada,
Se me desvió a la frente,
Descargando de repente
Una sonora palmada.
Cuando al escribir un día,
Cosas del hidalgo - que sueño-,
No me resultó halagüeño
Lo que yo escrito había;
Me olvidé de vos, Ortega,
De esta historia “el escribano”,
Escusado está, colega,
Remediado he, paisano.
Tentadores y bonitos
Recibiendo tu mirar
Presiento… mil amores
infinitos.
¡Ay, quién pudiera besar
tus labios tentadores
y bonitos!
Verso en figura geométrica.
Es amor
Amor
es
será...
yo no se
que será eso
que es desgarrador.
¿Se le llama amor?
¡Qué será eso!
ya si se;
será...
es
amor
Y conservo la esperanza.
Cada minuto que paso
sin ti, se me escapa el alma;
pierdo el sosiego y la calma
desde el alba hasta el ocaso.
Y cuando la noche empieza
porque el sol ya se ha escondido,
no puedo quedar dormido
recordando tu belleza.
Mi sangre, desenfrenada,
por mis venas va corriendo
con un latido tremendo
sintiendo su llamarada.
Así, las horas amargas
transcurriendo van, pesadas,
implacables, bien marcadas,
muy lentas, y muy largas.
Dura se me hace tu ausencia
y pensando frunzo el ceño;
mil veces despierto, sueño
con tu adorada presencia.
Se que el tiempo jamás cesa,
que con él todo se alcanza,
y conservo la esperanza
de volver a ti, ¡tristeza!
Entre tanto, ten presente
cuánto aquí te digo; piensa
que mi amargura es inmensa
y por ti vivo impaciente.
Porque, cada minuto que paso
sin ti, se me escapa el alma,
y estoy perdiendo la calma
desde el alba hasta el ocaso
Ojos divinos.
Inofensivos antojos,
Atormentando mi mente,
Me dicen constantemente
Que son divinos tus ojos.
Al verte, mi pensamiento
Emprende su raudo vuelo,
Para transportarme al cielo
Con la agilidad del viento.
Allí te veo y yo me postro
cuándo al mirarte contemplo
La hermosura de tu rostro.
Y es que, tu pureza es tal,
Que te mereces un templo
De fulgurante cristal.
Si quieres
Si quieres, hazlo si quieres,
bebe de estos labios rojos
mi dulzor a tus antojos
y toma cuanto quisieres.
Y cuanto quisieres retoza
de mi querer con empeño,
que serás siempre mi dueño,
primor, mi amor, posee, goza.
Y si al gozar tu comer,
mi alma quieres te conceda,
tómala, para ti queda,
alma, aliento, vida y ser.
Vida y ser yo te diera,
con mi amor bien doblado,
para morirme a tu lado,
el día que yo no te quiera.
Y si ese día alboreara,
daría mi último aliento,
para partir como el viento,
donde al fin descansara.
Y si el infierno fuera,
mi postrera morada,
poséeme, goza a tu amada
y al cielo yo volviera.
Para Cristina
Como la luz brilla en ella
con fulgor tan infinito,
no hay amor más bonito
que el de su mirada bella.
Luz que tu mirar destella
es para mí luz sobrada,
por estar de amor colmada
como el brillo de una estrella.
Prefiero.
Prefiero, a tus ojos mirar
Antes que contemplar
Las estrellas del cielo.
Prefiero, en tus labios beber
Ya que tienen poder
para darme consuelo.
Vi, a tus ojos llorar
Y supe al contemplar
Que aún me amabas.
Nunca, podré olvidar
Tu forma de mirar
Y el amor que me dabas.
Siempre, llevo en mis labios
El sabor de los besos
que en otro tiempo me distes
Siempre, estarás
En mi corazón
Aunque ya me perdisteis.
Se, que no puedo seguir
Con falsas ilusiones,
Pero tal vez comprendas,
Otra vez algún día,
Que aún puedes ser mía.
Prefiero, los besos de ayer
Y ver el amanecer
De tu mirar infinito.
Prefiero, en tu alma vivir
Y poder compartir
Ese amor tan bonito.
Vi, a tus ojos llorar
Y supe al contemplar
Que aún me amabas.
Nunca, podré olvidar
Tu forma de mirar
Y el amor que me dabas.
Aquella noche en Granada.
El amor que nunca cesó
el amor que yo te di
el amor que regresó
es la flor que yo perdí.
Aquella noche en Granada
al llegar la madrugada
entre sonidos de fantasía.
Nunca ya podré olvidar
aquel suave cantar
que de su alma salía.
Deseo, que se repita ese canto,
que desaparezca el llanto,
y brote el amor.
En los jardines de Granada
cuando el alba ya llegaba
entre el aroma de las rosas.
Nunca yo podré olvidar
aquel canto celestial
de aquellas noches amorosas.
Escucha, este cantar bonito,
que para ti repito,
y brotará el amor.
Callad, que quiero escuchar
esa voz de sirena.
Silencio, que quiero gozar
de ese son otra vez.
El amor que nunca cesó….
Furtivo
Furtivo fue aquel beso
Cosa sin importancia
No seas tan arrogante
No seas tan infeliz
Que el beso que me distes
Fue un beso robado
Y nunca deseado
Porqué no hay amor
El día que tú quieras
los dos frente e frente
Hablemos francamente
De nuestro desamor
Recuerda fue causado
Por culpa de tu celo
Y si no tienes consuelo
Que te consuele Dios
No quiero saber nada
De lo que ha sucedido
Fue un amor perdido
Que nunca se encontró
Todo queda olvidado
Desde este mismo instante
No seas tan arrogante
lo nuestro se acabó
Tú me vuelves loco.
No sé que pasa contigo,
que si no te veo,
tú me vuelves loco.
No sé que tienen tus labios,
que besito a beso,
muero poco a poco.
No sé que tienen tus pechos,
que al acariciarlos,
tú me vuelves loco.
No sé que tiene tu cuerpo,
que cuando lo poseo,
muero poco a poco.
Poco a poco es mi sufrir,
si no estoy junto a ti,
besándote.
Poco a poco es mi morir,
si no estás tú junto a mí,
amándome.
No sé que pasa contigo,
que si no te veo,
tú me vuelves loco…
Un atrevimiento
No hay especie como el ajo,
ni fruta como el madroño,
ni mujer que se resista
cuando se le toca el moño
El cardenal Ottavianidijo:
Señor, ábrele los ojos, y si eso no fuera posible, ciérraselos.
Torres
Los nubarrones de pena
que cubren el infinito del cielo,
borran los bellos claros de la luna
que sobre el pueblo se derraman.
Un remusguillo frío y penetrante
se adelanta a una débil lluvia
que empieza a caer sobre ti.
Los arces que pueblan el monte
se desvisten de sus hojas
y el bosque se apacigua y amansa
para tragar con pasión el agua
que en el verano te usurpó el cielo.
Las sombras se extienden sobre la Vieja
apagando las luces que hay sobre Torres.
Una nube que se pasea por los Portillos
anuncia tempestad no muy remota
y furtivos relámpagos que aumentan
a medida que la oscuridad avanza,
indican la proximidad de la tormenta.
El camino de la Mata es bello y tortuoso,
mal trazado y torcido.
Comienzo a subir por una pendiente
una vez dejada atrás la Fuénmayor.
Montado sobre mi caballo,
me inclino de vez en cuando
sobre los cantones para coger
alguna ramilla de tomillo,
y así percibir su aroma.
Arreo al corcel para al menos,
pasar antes del amanecer
el Puerto de la Mata.
Camino algún tiempo con paso seguro
oyendo la música de los vientos
de los pinares de los Gamellones.
Rayando la clara alba
escucho arrobado el canto
de las perdices
y el gorgoteo de los ruiseñores
en las profundidades
del barranco de Aguas Blancas.
En llegando al puerto,
gruesas gotas se desprenden
de las cenicientas nubes
que oscurecen el cielo.
Relámpagos frecuentes
iluminan las copas de los árboles;
y los truenos retumban
en los vacíos de las cañadas.
Avivo el paso de la montura
para guarnecerme en los Prados.
Una curruca parda y blanca
que luce sus trinos flauteados
posa sobre la copa de un majoleto
plagado de copiosos y rojos
frutos que lo visten de fuego.
Ni siquiera el agua interrumpe
la calma grandiosa del paraje,
cuyo olor a tomillo y paja húmeda
dilata con sensación dulce el rostro.
Junto al cortijo hay una era
y sendas chozas no habitadas.
Pacen sueltos, acá y allá
algunos mulos trabados de manos.
Deshago el camino a la contra,
y me descuelgo hacia la Fuénmayor
por las rastras del Almacén,
y desde este magno lugar…
…Hijo, allá, en lo hondo,
bajo el bello manto de azul severo,
¿ves Torres al fondo?
Ese es, hijo, en mi querer verdadero.
Lo ves balconado,
con su encrestado castillo altanero,
de cumbres rodeado
y de viejos olivos prisionero.
Hijo, ese es mi Torres.
Y si al tiempo fuera de él yo muero,
su tierra recorres
y le dices por mí, que yo lo quiero.
Al cazador
Si alguna vez vas de caza,
Manda a tu mujer primero,
Ya verás como el conejo
Buscara su compañero
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