sábado, 12 de diciembre de 2009

´BIOGRAFIA DE D. FRANCISCO DE LOS COBOS, SEÑOR DE TORRES

Francisco de los Cobos y Molina.
Funcionario español y secretario de Carlos V. Nacido en Úbeda en 1477 murió en 1547 en la misma casa donde había nacido. Pertenecía a una humilde familia andaluza pero gracias a su tío Diego Vela, que había conseguido los cargos de contador y secretario de la Reina Isabel, pudo llegar a la corte. Entró al servicio de D. Hernando de Zafra, secretario de la reina y contador mayor de Granada. Esto le permitió ascender a escribano de cámara y público. Ascendió lentamente en la secretaría de los Reyes Católicos, hasta convertirse en ayudante principal de Lope Conchillos. Consolidó su posición al ser nombrado contador mayor de Granada, regidor de Úbeda, encargado por el rey Fernando del registro de concesiones, pagos y mercedes y regidor de Granada. A la muerte de Fernando el Católico, marchó a Bruselas, ganó la confianza de Guillermo de Croy, señor de Chièvres y obtuvo el cargo de secretario imperial, además de desempeñar la secretaría de la mayor parte de los consejos. De vuelta a Castilla sucedió a Conchillos en la presidencia de la Secretaría de Indias. Su matrimonio con María de Mendoza, perteneciente a una noble familia castellana y aliada tradicional de los monarcas, hizo mejorar su situación. Nombrado Consejero de Estado, de 1529 a 1533 viajó con el Emperador, convertido en su principal consejero. Asistió a su coronación en Bolonia y participó en la campaña de Túnez pero posteriormente se le envió a España, para ocuparse de las cuestiones de hacienda y atender a las constantes necesidades financieras de Carlos V derivadas de las continuas guerras mantenidas en Europa para mantener su hegemonía. Fue recompensado con numerosos nombramientos como el de Comendador Mayor de León, Adelantado de Cazorla o Contador Mayor de Castilla. Cobos gobernó de hecho en Castilla, y su cargo le permitió hacer una gran fortuna, debida en parte al derecho de Cobos, y casar a sus hijos con miembros de la alta nobleza. Cobos fue un buen administrador de las finanzas reales, aunque sus esfuerzos por poner orden en ellas y establecer un presupuesto regular de ingresos y de gastos resultaron infructuosos, a causa de la prodigalidad de Carlos V.
Su carrera
Francisco de los Cobos nace en una familia que pasa por graves dificultades económicas a pesar de que sus antepasados habían ocupado cargos en Úbeda. No orientado a la carrera militar ni eclesiástica encuentra su camino junto a su tío Diego Vela, contador y secretario de la reina Isabel. Así abandona Úbeda siguiendo a la corte en sus desplazamientos. Los primeros años le servirán para aprender el funcionamiento de la administración y para hacer amistades en el círculo de la corte. De esta manera entra en contacto con Hernando de Zafra, Contador Mayor de Granada, y se pone a su servicio como escribano. A la muerte de éste entra al servicio de Lope Conchillos y con él comienza su ascensión. En 1508 es nombrado Contador Mayor de Granada y Regidor de Úbeda.En 1510 se le nombra para un puesto que lo coloca en una situación estratégica para el futuro. Se le dio la responsabilidad de los registros de los reales decretos que afectaban a los castellanos. Conocía sueldos y vacantes lo que le permitía a él y a Conchillos hacer favores y recibir presentes. Su fama empieza a extenderse. En 1511 es nombrado Regidor de Granada. En 1512 consigue su primera concesión real para la explotación de minas y al año siguiente el derecho de recaudar un impuesto, el terebix. Este año, 1513, es nombrado escribano del Crimen de Úbeda. En 1515 el consejo municipal de Granada le nombró procurador en las Cortes de Burgos. En octubre del mismo año el rey Fernando le nombró escribano del Consejo Real.Comienza a tener ingresos importantes lo que le permite comprar una hacienda en Úbeda y a cultivar su gran pasión: hacerse con propiedades.
Muerto el rey Fernando tomó una decisión crucial: marchar a Flandes y probar suerte al servicio del joven Carlos frente a la opción de quedarse al servicio del regente, el cardenal Cisneros. Aquí es presentado al Gran Chambelán Chiévres al entrando a su servicio. Gracias a él, en 1516 es nombrado secretario del rey. Hay que decir que en este nombramiento influyó la ayuda de Cisneros, los servicios prestados en Castilla, su amistad con los miembros del Consejo y funcionarios y su habilidad para las finanzas.A partir de ahora se le asignarán nuevos cargos como el de archivar las cantidades recibidas y pagadas por los tesoreros reales de Castilla. No obstante, frente a Chièvres, Conchillos y Urríes, Cobos aún tiene poca importancia.
Ya en España se le encarga la responsabilidad de la correspondencia real para Castilla y su poder comienza a crecer con la caída de Conchillos. Se hace cargo en 1518 de la Secretaría de las Indias, nombrando como ayudante a Juan de Samano, su amigo más fiel. Se le concede la autorización para transmitir alguno de sus cargos a su hijos (Cobos todavía no se ha casado). Se le nombra gobernador, adelantado, fundidor y marcador del Yucatán (título que ampliará en sus dominios). Es este último nombramiento el que se convertirá con el tiempo en su principal fuente de ingresos.Convocadas Cortes en Castilla en 1520, Cobos aparece como el asesor de Carlos frente a los procuradores castellanos.A medida que sus cargos y responsabilidades aumentaban fue creando a su alrededor un grupo de ayudantes formado por parientes y amigos que dependían de él.Acompañó a Carlos en su viaje a Flandes, Alemania e Inglaterra estando presente en su coronación. La muerte de Chièvres llevó a Gattinara a ocuparse de la política exterior y a Cobos a desempeñar un papel mucho mayor en los asuntos de España despachando personalmente con el Emperador.
Recibió entonces el gran honor de ser nombrado Comendador de los Bastidores de León de la Orden de Santiago, título que le reportó gran reconocimiento social y que completó con el de Comendador Mayor de León. Su matrimonio con María de Mendoza, hija de los condes de Rivadavia, supuso su entrada en la aristocracia castellana.Creado el Consejo de Hacienda se convirtió en el secretario que debía refrendar órdenes y pagos. Con la reforma de la tesorería se reformaron todos los consejos de los que Cobos era secretario excepto tres: el de Aragón, Órdenes y Guerra. La confianza con el Emperador era tal que Carlos se alojó en sus casas más de una vez.
La lucha entre Gattinara y Cobos por el poder en España fue ganada por este último de forma que Gattinara abandonó el país en 1527, aunque posteriormente volvería. Cobos siguió reuniendo concesiones (esclavos, minas, tierras y el establecimiento de un mayorazgo) y cargos para él y su familia.
El primer secretario Lallemand cayó y, de esta manera, quedaba sólo Cobos del grupo de consejeros castellanos que llegó con Carlos. Se convertía así en la persona de más influencia en la Corte.
El viaje a Italia supuso su entrada en política internacional y su nombramiento como Consejero de Estado (consejero privado del emperador). En Bolonia asistió a la coronación de Carlos como invitado preferente. Tras la muerte de Gattinara el emperador asumió personalmente la política exterior, asistido por Cobos y Granvela. De esta forma, los dos años y medio que pasó en Alemania y Flandes supusieron un enorme trabajo. En estos momentos decidía en el nombramiento de representantes en el extranjero y era el responsable de las relaciones con el papa, con el que tuvo que discutir la convocatoria de un concilio que resolviera el problema de Alemania y su posición en el conflicto entre Carlos y Francisco I, y también era el responsable de las relaciones con los estados italianos.
El 19 de mayo de 1534 el arzobispo de Toledo, Tavera le nombró Adelantado de Cazorla, un título que ansiaba desde hacía mucho tiempo. Unos días antes había ampliado su privilegio de fundidor a toda Sudamérica.
Tras la caída de Túnez el emperador decidió actuar contra Barbarroja. Convocó las Cortes. La presidieron Tavera y Cobos pero fue él quien se ganó a los procuradores. Convocadas las órdenes militares y como Comendador Mayor de León jugó también un papel muy importante, centrándose en conseguir dinero para pagar las tropas y aprovisionar la flota. Participó en la campaña militar y tras el triunfo fue uno de los testigos de la firma del Tratado que reponía a Muley-Hassan.
En el invierno de 1535, junto a Granvela, hubo de entrar en negociaciones con Francisco I por la cuestión del Ducado de Milán. A un paso de la guerra discrepó con el emperador por cuestiones económicas ya que la hacienda estaba al borde de la bancarrota y en su opinión en esas condiciones no se podía mantener una contienda. Las negociaciones fueron muy duras pero consiguieron que Carlos y Francisco se reunieran y se firmara una tregua de diez años.
El 1 de enero de 1537 se convirtió en señor de Sabiote y en 1538 en señor de Torres y Canena. En 1539 se le nombró secretario del príncipe Felipe y Contador Mayor. Desde el otoño de este año ya no saldría de España dedicándose a cuestiones internas, sobre todo económicas. Nada se movía en la corte imperial sin el consejo de Cobos, según testimonios de la época. De hecho cuando Carlos salió de España en 1543 y se ocupó de la regencia el príncipe Felipe, se convirtió en el consejero de mayor importancia.
En 1540 estableció un archivo de documentos oficiales en Simancas.
A finales de 1543 supervisó todos los aspectos de la boda de Felipe y cuando nació su hijo Carlos, lo hizo en el palacio de Cobos en Valladolid.
Se seguiría ocupando de todas las cuestiones económicas del emperador hasta el día de su muerte el 10 de mayo de 1547.
Su labor
Hay que decir que cuando Francisco de los Cobos llega a Flandes es un hombre con una experiencia de 15 años, con un profundo conocimiento de los problemas de la secretaría de Aragón y Castilla, con contactos en el Consejo Real y en el funcionariado del gobierno y con profundos conocimientos en economía al ser Contador Mayor de Granada.
Su gran aportación a la administración castellana será la creación de un cuerpo de funcionarios muy cohesionado, dedicado al trabajo y a los deberes que éste exigía y muy leales a sus superiores. En primer lugar, excluyó de los nombramientos a aquellos secretarios que habían comenzado bajo el reinado de los Reyes Católicos nombrando a personas con experiencia adquirida por otras vías. En segundo lugar, y cuando se encontró firme en el gobierno de Castilla, cambió su forma de actuar. A partir de ahora, prepararía directamente a los hombres para los distintos cargos. El primero al que preparó fue a su sobrino Juan Vázquez de Molina que, tras su muerte, le sucedería como primer secretario del príncipe Felipe. Y entre otros podemos destacar a Alonso de Idiáquez, que será secretario y consejero mayor del Emperador o al latinista y hombre de letras Gonzalo Pérez (padre de Antonio Pérez que sustituyó a su padre en el cargo). Nunca eligió a miembros de la nobleza o a hombres de letras o universitarios, salvo el caso mencionado de Gonzalo Pérez. Configuró un cuerpo burocrático, no formado pero con fuerte espíritu de equipo y que pronto ansiarán prestigio y riquezas que conseguirán a través de la influencia de Cobos. Con esto no hay que pensar que sus intereses fueran dirigidos hacia si mismos. El objetivo era seguir al Emperador. Y en esto Cobos era el guía debido a su devoción y lealtad a Carlos.
Se mantuvo apartado de la Secretaría de Aragón aunque tuvo relaciones amistosas con el vicecanciller Miguel Mai y con el primer secretario Hugo de Urríes. Sí que intervino en un problema de competencias puesto que consideraba que las cuestiones de Italia correspondían a Castilla y que Nápoles y Sicilia eran reinos españoles y no aragoneses.
No se entrometió en la Secretaría de Gattinara y tras la caída de Lallemand tampoco lo hizo en los asuntos de los secretarios de Granvela, encargados del resto del imperio. Por tanto, Cobos y sus ayudantes se encargaron de los asuntos de Castilla, Portugal e Indias y desde 1530 de las cuestiones italianas.
Aunque el Emperador debía abrir la correspondencia ésta era remitida a Cobos y sus funcionarios. Una vez leída, e incluso algunas descifradas, eran enviadas a los departamentos oportunos, al Emperador o al Consejo. Cobos tomaba notas de los contenidos para consultarlos con Carlos o estudiarlos con el Consejo. Cada día redactaba un memorial con las cuestiones a tratar con el Emperador. Los viernes se reunía con el Consejo de Castilla, trataba de nuevo los temas y volvía al Emperador para adoptar las decisiones definitivas. Entonces un escribiente preparaba un documento que refrendaba Cobos y en el que Carlos podía añadir una posdata. De igual modo actuaba en el Consejo de Indias y el de Hacienda. En resumen, hablamos de un volumen impresionante de cuestiones a resolver relacionadas con las cuentas, el ejército, las relaciones con el papado, la defensa de fronteras, las Indias, etc.
Ahora bien, la gran labor de Cobos, y que el propio Emperador reconoció por encima de todas, fue la relacionada con las finanzas. España sufría un colapso económico derivado del apoyo a las campañas militares de Carlos. Añadamos a esto también sus gastos en torneos, espectáculos, recepciones o joyas, entre otras cosas.
Una de sus principales preocupaciones fue crear un presupuesto anual de ingresos y gastos. Lo que ocurría con este presupuesto es que generalmente no se ajustaba a la realidad puesto que los ingresos previstos ya estaban comprometidos con anterioridad y los gastos no incorporaban los intereses de deudas anteriores. Si además el Emperador se dedicaba, por su cuenta, a pedir préstamos estos presupuestos eran poco o nada fiables. Su preocupación por las finanzas llegó a ser tal que el príncipe Felipe consideraba que su salud se resentía por los quebraderos de cabeza que le ocasionaban.
Cobos y sus ayudantes intentaron gestionar la Tesorería de la mejor forma posible. También lo hicieron honestamente aunque sus honorarios y privilegios fueron grandes y no dejaron entrar en ella a ningún noble. El Emperador dijo de él: ” creo que lo hará bien y limpiamente”.
Otro aspecto muy interesante es el círculo de relaciones que estableció. Secretarios, consejeros, aristócratas, papas, conquistadores. Mantuvo contacto permanente con los embajadores de los países que estaban a su cargo. Hizo una verdadera amistad con los papas Clemente VII y Paulo III, con el virrey de Sicilia Ferrante Gonzaga, con el almirante Andrea Doria. Conoció a Tiziano y a Verónica Gambara, la mejor poetisa de su época, aunque por lo general tuvo poco contacto con los intelectuales.
Tuvo una gran influencia y poder en la dirección del gobierno. Secretarios, embajadores, historiadores de la época, personajes relevantes como fray Bartolomé de las Casas así lo reconocieron. Este prestigio quedó plasmado en varios libros que le dedicaron. Ley de Amor de fray Francisco de Osuna, Seis libros del Delphin de música de cifras para tañer vihuela de Luis de Narváez, Catálogo de los santos de España de Lorenzo de Padilla, Aviso de privados y doctrina de cortesanos y Libro de los inventores del arte de marear y de muchos trabajos que pasan en las galeras de Antonio de Guevara.
Cobos fue descrito por sus contemporáneos como un hombre prudente, cauteloso, muy trabajador, amable, agradable y servicial. Por encima de todo destaca su trabajo al servicio del Emperador y la lealtad que le profesaba. Siempre le apoyó, buscó fondos, se preocupó por su salud y por los riesgos que corría en la guerra. Pero también hay testimonios que hablan de su disposición al soborno. Bernardo Navagero, embajador de Venecia en Roma, le acusaba de haber hecho gran patrimonio gracias a las dádivas del Emperador y a los regalos de reyes, príncipes, nobles o señores para conseguir su favor, junto a Granvela, el otro consejero mayor de Carlos. Gomara, eclesiástico e historiador español contemporáneo, le consideró ambicioso y siempre dispuesto a recibir presentes con “ambas manos”. Carlos, sin embargo, confiaba en su honestidad y hay que destacar que en las dos ocasiones que se le ofreció dinero para ganarse su apoyo lo rechazó: 10.000 escudos del agente del duque de Mantua y 2000 ducados anuales de Salinas en nombre del rey Fernando. Recibió muchos regalos provinientes en su mayoría del Emperador y sólo admitió dinero del rey Francisco I.
Los regalos que él hizo fueron escasos y de poco valor. Sobre todo, su interés en la vida fue dejar una buena hacienda a sus hijos y dejar en su ciudad natal, Úbeda, un monumento por el que le recordasen, la Sacra Capilla de El Salvador.
Ya hemos dicho que no tuvo gran formación, ni era un hombre culto. Debido a sus viajes debió aprender algo de francés e italiano. No tenía apenas libros y no sabía latín. No le preocupaban en exceso los problemas políticos, intelectuales o religiosos de su época. Era un hombre de acción y de relaciones directas con las personas. Era un hombre eminentemente práctico.
A pesar de coleccionar obras de arte, edificar palacios y un templo no era amante del arte. Todo esto lo veía en clave económica y de exaltación a su persona. Pero sí tuvo la gran virtud de rodearse de artistas muy competentes para el desarrollo de sus obras.
En cuanto a la relación familiar también fue un hombre leal. Se le reconoce una aventura amorosa en Italia con Cornelia Malespina, camarera de la condesa Isabela de Pepoli de Bolonia pero tuvo afecto por su mujer. Tenía devoción por su padre y se preocupó por sus hermanos. Su vida estuvo dedicada a dejar a su hijo una hacienda y un título.
Gustaba de estar acompañado, de conversar y de contar historias serías y otras no tanto. Valoraba la amistad y la cultivaba.
Sus dos grandes ambiciones fueron la riqueza, que la obtuvo, y el prestigio, por el que incluso sacrificó parte de esa riqueza. Casó a su hija con el duque de Sesa, Gonzalo Fernández de Córdoba, nieto del Gran Capitán y que poseía el ducado considerado más rico de España y a su hijo con la marquesa de Camarasa.
Lo que ha quedado a los largo de los siglos es la consideración de que D. Francisco de los Cobos fue el primer ministro y consejero privado del Emperador Carlos V, cosa que en su búsqueda de prestigio le hubiera proporcionado una gran satisfacción.
Bibliografía
Keniston, Hayward. Francisco de los Cobos. Secretario de Carlos V. Editorial Castalia. Madrid. 1980
Torres Navarrete, Ginés. Historia de Úbeda en sus documentos. Tomo IV

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